Quieres ganar a tu familia y amigos? ¡Entonces imita a Andrés y Felipe!

Escrito el 15/10/2019
Ap. Dario Eduardo Ojeda


Quieres ganar a tu familia y amigos? ¡Entonces imita a Andrés y Felipe!

Deseo contarte que Dios preparó y colocó a un ángel en mi camino para no cometer suicidio. Muchos conocen esta historia, pero otros tantos no la conocen… hasta ahora.

Estaba en la preparatoria o el secundario en el país en el que nací, Argentina, en la ciudad de Buenos Aires, con grandes problemas en el corazón y en mi vida espiritual. Luego de haber transitado por caminos alternativos que parecían buenos, sólo encontré dolor, soledad, amargura, alcohol, culpa, religión, y ocultismo. Estaba en la estación del tren con la idea de arrojarme frente a uno que pasara a toda velocidad y terminar con tanto dolor.

Pero antes de continuar, deseo hacerte una pregunta: ¿Sabías que Dios es bueno? En realidad, ¡Él es más que bueno! Mientras esperaba al tren para terminar con mi vida, un joven se acercó a mí para presentarme a Cristo. Recuerdo que le conteste: “soy católico apostólico romano”, él sólo se sonrió con mucha paz y las palabras que salieron de su boca cambiaron mi vida para siempre. Su nombre era Esteban y él me contestó con seguridad: “no quiero hablarte de una religión, pero sí de una relación con Jesucristo. Sabes, Darío, la Biblia dice: ‘Conocerás la verdad y la verdad te hará libre’”.

Esa confesión de Esteban que irradiaba tanto amor, convicción y tenacidad, provocó en mi corazón un despertar, una necesidad para descubrir cómo un joven de mi edad podía decirme que había un Dios que me amaba con tanta certeza; era como si él pudiera hablar con Jesús como con un amigo.

El tren llegó y claramente no me tiré debajo de sus ruedas, porque podía sentir que ese Jesús quizás se  interesaría por mí como lo había hecho con Esteban. Te comento que después de varias insistencias y que gracias a la perseverancia de Estaban un día llegué a su iglesia en una ciudad llamada Martín Coronado, fue allí donde le entregué mi corazón a Jesucristo; fue Cristo quien me liberó de la depresión, el alcohol, la ansiedad y el temor de vivir y repetir la historia de mi padre.

¿Sabías que eres un ángel, una persona con una asignatura, una misión determinada para algún vecino, amigo o familiar?

¡Eres muy importante para Dios! Él determinó confiarte el mensaje de salvación.

¿Has oído alguna vez de un joven llamado Andrés?   Déjame hacerte una pincelada, porque tú serás un poderoso instrumento de bendición para otros, tal como lo fue Estaban para mí. Prepara tu corazón, porque serás un Andrés para el necesitado.

Andrés es conocido por ser un ganador de almas para Cristo. Fue el primero de toda su familia que conoció a Jesús, y sin perder tiempo ni pensarla dos veces llevó a su hermano Simón para que también conociera al Señor. Sin embargo, él no se conformó con eso, sino que después de ver que había una multitud que padecía de hambre, encontró a un niño con 5 panes y 2 peces y se lo llevó urgentemente al Maestro (leer Jn 6:8-9).

Andrés y Felipe habían entendido lo importante que era para cualquier persona conocer a Jesús de Nazaret, así que no perdían el tiempo ni la oportunidad de ganar gente para Dios.

En una oportunidad, Felipe encontró a unos griegos sedientos de conocer a Jesús; así que fue y se lo comunicó a Andrés y ambos los llevaron ante Jesús para que los griegos pudieran conocer al Señor (leer Jn 12:20-22). Eran apasionados por el evangelismo. Tanto Andrés como Felipe sabían que: ¡Un discípulo que no evangeliza, se fosiliza!

¿No se preguntó por qué Andrés y Felipe practicaban el trabajo del evangelismo en el campo misionero? Simplemente porque habían tenido una experiencia personal con Jesucristo. Para ambos, su encuentro personal con Cristo Jesús, era más que una religión, un club social, o aparentar misericordia; ellos habían tenido un encuentro personal con Él, y eso era más que suficiente para alcanzar con pasión a los perdidos.

Ahora veamos, ¿qué está pasando contigo? ¿Tienes el gozo, la pasión, el deseo de compartir con tu círculo de influencia lo que Jesús hizo contigo? ¿Has olvidado ese día único que recibiste en tu corazón el amor y perdón de Jesús? Si miras a tu alrededor y no sientes pasión, el fuego de presentarle a Jesús a los que te rodean, significa que tu vida se ha vuelto monótona, sin sentido e insípida.

Recuerda que la sal produce sed. Si el cristiano no produce sed de Dios en los que le rodean, es porque está muerto o moribundo. Si sientes que esto te está pasando,  pídele ahora mismo a la persona del Espíritu Santo que sane tu corazón y restaure el gozo de la salvación para poder compartirlo con otros. Recuerda: nadie puede dar lo que no tiene para dar.

Andrés era una esponja que absorbía y aprovechaba los momentos que podía estar para conocer más íntimamente a Jesús (leer Jn 1:38-39). El corazón de Andrés ardía, porque había encontrado el medicamento divino para un mundo enfermo y confundido. Él sabía que ahora nadie podría frenarlo para compartir la experiencia que él había experimentado con Jesús. Andrés necesitaba con urgencia comunicar al mundo el remedio que había conocido: ¡a Jesús! Él fue, es y será para todos los que le recibieran ese remedio, esa medicina divina que todos necesitan para sanar su alma. Eso lo impulsó a Andrés a ser un transmisor del mensaje de salvación con quien se encontrara en el camino (leer Juan 1:40-41).

Andrés jamás dudó de responder inmediatamente a la asignatura, a la misión que Jesús tenía para él, porque estaba aprendiendo a depender no de sus propias fuerzas, sino del poder del Señor (leer Efesios 6:10). Jesús llamó a Simón y Andrés a evangelizar a las almas de la ciudad y sus alrededores (leer Mt 4:18-20). El compartir a Jesús con otros es tarea de todos los que hemos tenido un encuentro con Jesús, no solamente de algunos, no es la tarea del pastor o el evangelista de turno. Jesús nos envía a todos nosotros a hacer discípulos con un continuo seguimiento hasta que alcancen la madurez espiritual (leer Mt 28:19-20).